Sistema de Comando de Incidentes: hacia una perspectiva del territorio
Este 2015 da cuenta de lo vulnerables que podemos ser los chilenos frente a la acción de la naturaleza,. Volcanes en erupción, incendios y aluviones son desastres que amenazan la seguridad del país en su más amplio sentido. Todas son situaciones ya conocidas a lo largo de nuestra historia, de las que si bien hemos aprendido como hijos del rigor, a su vez en ocasiones suelen ser olvidadas las lecciones.
La tragedia que asoló a la región de Atacama ha reabierto la discusión en nuestro país sobre si era posible prever tal desastre y sus consecuencias. Este lamentable acontecimiento hizo notar nuevamente una serie de falencias de nuestro sistema de gestión de emergencias, problemas más o problemas menos, se repiten errores que cobran mayor notoriedad ante el actual escenario de fluidez de las comunicaciones extraoficiales.
El contexto de tecnologías de predicción existentes, que permiten anticipar y analizar las posibilidades de nuevos desastres, y de medios digitales de comunicación, tales como las redes sociales, nos sitúa en un nuevo escenario donde la centralización de las fuentes cede espacios. La información casi instantánea de los acontecimientos permite una mayor fluidez en comparación a la “información oficial”, que muchas veces se ha tornado demasiada lenta, y a veces imprecisa.
De esta forma, el rol de las autoridades es fiscalizado con mayor frecuencia por la sociedad civil, logrando que estos acontecimientos tengan una dinámica distinta por parte de los afectados y entre las diferentes instituciones que se ven involucradas en su gestión. Las catástrofes en este nuevo escenario tienen una variable multidireccional de decisiones e información que pocas veces ha tenido precedente, configurando un escenario complejo y de alto dinamismo.
Es el trabajo en conjunto de las autoridades y los distintos liderazgos de la sociedad civil, ya sean organizados o espontáneos, los que permiten una nueva perspectiva de acción, operación y contención ante este tipo de circunstancias. El continuar centralizando las decisiones en las autoridades del poder central, aumenta la imposición de una visión que no necesariamente existente en el territorio con sus recursos de operación y requerimientos respectivos.
Una nueva estructura del sistema de emergencia debe considerar esta importante variable como una gran oportunidad. Permitir una mayor participación de entidades locales, protocolos claramente establecidos y libertad de gestión, favorecerá afrontar de mejor manera estas situaciones evitando una innecesaria centralización de decisiones en beneficio de la población. Es una relación conjunta altamente virtuosa que permitirá a las diferentes localidades gestionar, dentro de protocolos generales pero de amplio poder de acción, un efectivo trabajo con las autoridades en beneficio de los habitantes del país.
Por Francisco Sánchez Urra