La reserva activa: Capacidad estratégica para el S. XXI
Mucho se ha dicho en el debate sobre los conflictos de la actualidad, que en la guerra convencional moderna, la alta especialización de los integrantes de las fuerzas armadas, sustentadas con una abundante y sofisticada tecnología, permitiría hacer una guerra “limpia”, breve, letal y a objetivo limitado, donde los relevos y refuerzos no se estiman necesarios y por lo tanto las reservas institucionales no tendrían cabida, menos aún en consideración a la existencia de organismos internacionales que prontamente intervendrían en el conflicto, buscándose soluciones políticas adecuadas.
Consecuentemente, promover el desarrollo de modernos procesos, en la búsqueda de mejorar los sistemas de movilización nacional y la regeneración de una reserva institucional integrada, participativa y activa, pareciera no coincidir con los parámetros establecidos en el pasado reciente, cuando se pensó que un conflicto bélico tendría un inicio, un breve desarrollo y un claro final.
Clausewitz, el gran filósofo de la guerra, nos advirtió que “En la guerra, el resultado nunca es definitivo”, es decir para Clausewitz un Estado considera su derrota como un contratiempo, que será solucionado en otra ocasión por medio de la política o por otros medios.
Sin duda estas opiniones referidas a la inconveniencia de las reservas institucionales, sugieren una ligereza, al menos estratégica. Las reservas institucionales adicionan una capacidad estratégica y política a la dimensión disuasiva nacional, que no ha sido lo suficientemente meditada. Esto porque el aporte de las reservas institucionales no sólo son de valor en los procesos de movilización nacional, sino que además constituirían un aporte sustancial en las operaciones distintas de la guerra, como lo son la rápida y necesaria reacción frente a los desastres naturales que requieren de liderazgo, coordinación y control, para la pronta reparación de daños y la vuelta a la normalidad de la ciudadanía.
No en vano el Libro de la Defensa Nacional de Chile 2010, destaca: “El Estado de Chile debe fomentar el compromiso ciudadano con la Defensa Nacional, contemplando, entre otros objetivos, las previsiones necesarias para la prestación del servicio militar obligatorio, la satisfacción de las necesidades de Movilización Nacional y aquellas derivadas de la mantención de las capacidades y aptitudes de las reservas.”
Las capacidades y aptitudes de las reservas institucionales, necesariamente deben fomentarse a través de la educación militar de sus integrantes. En este sentido cobra especial relevancia la formación de los cuadros de reservas necesarios para el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, en una mirada más amplia y aglutinadora de las propias capacidades individuales de los reservistas, es decir el reservista debe aportar un conocimiento útil, el cual es complementado con la educación militar específica.
De esta manera se abre una nueva alternativa para que jóvenes profesionales se integren ampliamente a la defensa de su país a través del concepto “reserva universitaria”. La iniciativa se orienta a facilitarle a todos los jóvenes estudiantes que cursan sus estudios en la educación superior, que como asignaturas optativas y voluntarias, validadas por sus respectivos créditos, puedan tener la oportunidad de acceder a un programa especial de formación militar, que les permitiría graduarse como oficiales o suboficiales del Ejército, Armada o Fuerza Aérea. Sus estudios profesionales estarían directamente relacionados con las ocupaciones civiles especializadas para ocupar los puestos respectivos en las listas de dotaciones de guerra.
Si contáramos con un cuerpo de reservistas integrados plenamente al entrenamiento de nuestras listas de dotaciones de guerra, el impacto organizacional y las capacidades estratégicas sumarían un volumen de respaldo ciudadano, que tendría amplias repercusiones en los resultados de una hipotética confrontación.
La Ley 2.306 que dicta normas sobre Reclutamiento y Movilización de las Fuerzas Armadas, establece que la reserva es el conjunto de personas, con instrucción militar o sin ella, integrantes del potencial humano del país, proveniente del Servicio Militar Obligatorio, curso militar profesional u otro especial, definición legal que sustenta las iniciativas tendientes a aumentar las probabilidades de incluir a los jóvenes que lo deseen, en las Fuerzas Armadas, ya sea incorporándose directamente en las instituciones de la defensa nacional, cumpliendo con su servicio militar o integrando las reservas institucionales, estas últimas a través de los cursos tradicionales de aspirantes a oficiales y suboficiales de reserva o finalmente a través de esta nueva opción, la reserva universitaria.
Por Daniel Arancibia Clavel