Una famosa y tan manida frase dice: “yo y mis circunstancias”. Efectivamente, no se puede entender a una persona sin analizar el contexto en el que nació, se educó y formó. Por supuesto, esto también cabe para la figura que nos convoca hoy: fray Camilo Henríquez.
Quien dirigiría el primer periódico nacional, nació en una familia con dos vertientes muy claras, por una parte, militar y también religiosa, especialmente vinculada a la Compañía de Jesús, famosa por su influencia en la cultura y la educación. José Camilo Henríquez González, como era su nombre completo, vio la luz en la que era la plaza militar más importante del Pacífico Sur. La importancia estratégica de nuestra ciudad para el Imperio español radicaba en el hecho de ser el último puerto antes de llegar al Estrecho de Magallanes. Con este objetivo en 1640 los holandeses la ocuparon brevemente. Esto llevó a los españoles a construir un complejo sistema de fortificaciones, que disuadieron a nuevas potencias a ocupar la ciudad.
Siendo apenas un adolescente abandonó Valdivia para continuar sus estudios, primero en Santiago y luego en Lima, donde ingresó a la Orden de la Buena Muerte, en la que estaba su tío, Juan Nepomuceno González. En la capital virreinal se dedicó a acompañar a los moribundos en sus últimos instantes y también recibió las obras de la Ilustración, profundizando en el “Contrato Social” de Jean Jacques Rousseau. Siempre fue una persona adelantada a su época. Tras asistir espiritualmente a un fusilado manifestó su oposición a la pena de muerte. Posteriormente, incentivo la higiene pública e incluso conminó la creación de una escuela femenina.
Por sus lecturas fue castigado y enviado a Quito. Pese a que la jerarquía de la Iglesia estaba con el régimen monárquico, existieron muchos sacerdotes rebeldes que respaldaban la causa independentista, el más destacado de ellos sería el valdiviano Camilo Henríquez. Nuestro Fray sería parte de una larga pléyade de curas rebeldes que han sido un gran aporte a la sociedad chilena, como San Alberto Hurtado y en la actualidad Mariano Puga y Felipe Berríos.
En la capital ecuatoriana fue testigo de las luchas independentistas, lo que lo inspiró a escribir la obra teatral, “La Camila o La patriota de Sud-América”.
Aunque no residía en Valdivia su presencia se notaba bastante, especialmente mediante las misivas a su familia, que era uno de los bastiones de la causa patriota en la ciudad. De acuerdo al Padre Gabriel Guarda, la casa de su tío, Gregorio Henríquez, ubicada en las actuales calles de Camilo Henríquez y Carampague (enfrente del cuartel general de Bomberos), era “el lugar de reunión de los conspiradores, donde se comentaban los avances que el nuevo sistema iba haciendo tanto en la capital de Chile como en los demás países americanos”. Su hermano José Manuel Henríquez moriría en la batalla de Rancagua, defendiendo la causa patriota, mientras muchos otros valdivianos estaban en el Ejército realista, y su cuñado Diego Pérez de Arce, casado con su hermana Melchora, fue miembro de la Junta patriota valdiviana de 1811.
Justamente, ese año Fray Camilo regresó a Chile involucrándose en la vida política, publicando la proclama de Quirino Lemanchez, en la que llamaba a la ciudadanía a elegir diputados independentistas para el primer Congreso Nacional, donde él mismo fue elegido diputado suplente. En 1812 fue designado director de “La Aurora de Chile”, primer periódico nacional, que aparecería el 13 de febrero. La publicación se denominaba como: “periódico ministerial y político.” En efecto, su primer artículo es sobre los derechos de los pueblos. Es llamativo que en las pocas noticias internacionales que aparecen consignadas, se informe sobre la coronación del Rey de Haití. Más de doscientos años después, este país caribeño nos conmina a preservar la debida ética periodística, desestimando ideas, provenientes del desconocimiento, que tienden a generar odio y discriminación.
Pese a que Fray Camilo buscaba que La Aurora de Chile sea un instrumento propagandístico de las ideas independentistas, igualmente rechazó el intento de censura por parte del gobierno de José Miguel Carrera, por lo que fundó otro periódico, “El Monitor Araucano”, que funcionó durante 47 años, mientras ejercía como senador, llegando a presidir dicha entidad. Como muchos patriotas, tras el desastre de Rancagua se refugió en Argentina, desde donde siguió ejerciendo como editor en los periódicos “El Censor” y “La Gaceta de Buenos Aires”. En 1822 regresa al país, siendo primer bibliotecario de la Biblioteca Nacional, donde editó dos boletines.
En sus últimos años ocupó varios cargos parlamentarios, representando a Valdivia, en una elección que terminó siendo escandalosa. El legado del Fray Camilo Henríquez persistió en la ciudad, mediante sus sobrinos, Cosme y Rafael Pérez de Arce, editores del “Valdiviano Federal”, principal órgano federalista del país, que quedo en los anales de la prensa nacional.
Esta revisión de la figura de Camilo Henríquez nos invita a seguir su ejemplo y ampliar nuestros horizontes profesionales. El Padre de la prensa chilena fue sacerdote, dramaturgo, ensayista y dirigente político. Los periodistas no tenemos por qué cerrarnos solamente en la prensa. No estamos solamente para hacer notas, sacar fotos o elaborar libretos, nuestra preparación y nuestros intereses intelectuales nos pueden abrir nuevos horizontes, que son tan necesarios en este competitivo y vertiginoso mundo actual.
EDICIÓN Nº 894