Carl Marowski P. Investigador del Centro de Estudios Estratégicos
Academia de Guerra del Ejército
El 7 de mayo, un importante medio nacional publicó la siguiente noticia, “El Congreso revisa acuerdo para envío de tropas chilenas a operación de paz en Somalia”, mencionando sendas declaraciones del Embajador de la Unión Europea (UE) y del Embajador de Francia en Chile, al respecto de la posible participación de la Armada en la “Operación Atalanta” (EUNAVFORCE-Fuerza Naval de la Unión Europea). Esta opera desde diciembre de 2008 en las costas de Somalia, específicamente en el llamado “Cuerno de África”, posición estratégica ubicada al nor-oeste del mar Índico, zona de confluencia de acceso al Golfo de Adén y punto estratégico de conexión marítima entre tres continentes, de gran importancia para el tráfico interoceánico mundial desde 1869.
Esta noticia del ámbito internacional, y que puede derivar en misiones y otras implicancias para los diferentes medios componentes de la defensa nacional, pasó casi inadvertida ante la comunidad chilena, debido a que otros eventos externos e internos concentraron la absoluta atención de la población.
Al día siguiente, el Embajador de Francia solicitó una aclaración a sus dichos, y “que una eventual participación en Atalanta, ciertamente es una decisión soberana de las autoridades chilenas, quienes hasta el momento no se han pronunciado……”
La noticia contenía una consulta a fuentes del Ministerio de Defensa, manifestando que: “Chile ya participa en una Misión de Paz de la UE, como es la Althea, y que, en razón de la calidad y prestigio de las operaciones efectuadas, se han recibido otras solicitudes dentro de este ámbito, las cuales están siendo analizadas”, sin confirmar o rechazarla.
Basada en diversas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) bajo el Capítulo VII de la Carta y de otras decisiones políticas y estratégicas adoptadas por la UE, la “Operación Atalanta” cumple actualmente las siguientes tareas fundamentales: 1) Protege los buques del Programa Mundial de Alimentos, la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) y otros transportes marítimos vulnerables; 2) Disuade e interrumpe la piratería y el robo a mano armada en el mar; 3) Supervisa la seguridad de las actividades de pesca en la costa de Somalía y; 4) Apoya otras misiones de la UE y organizaciones internacionales que trabajan para reforzar la seguridad marítima y la capacidad en la región.
El 21 de noviembre de 2014, el Consejo de la UE prorrogó el mandato de la Operación Atalanta hasta diciembre del 2016, basada en la última resolución del CSONU N° 2184 que renovó bajo el Capítulo VII, las diferentes iniciativas diplomáticas, políticas, ayuda humanitaria y de fuerza militar contra la piratería y las amenazas a la paz internacional en la costa somalí y sus aguas internacionales circundantes.
En el ámbito de este conflicto, Somalía fue objeto durante los años 90 de intensas operaciones de paz de las Nacional Unidas y de otras de carácter multinacional, para hacer frente a la falta de gobernabilidad. La protección de la ayuda internacional que la ONU localizaba en esta región, la situación interna que afectaba gravemente los derechos humanos mínimos de su población por razones de extrema pobreza, luchas fratricidas de poder con alta violencia, y otras implicancias étnicas y religiosas que amenazaban la seguridad internacional.
Desde el año 2004, esta situación política y social se agravó ostensiblemente por el involucramiento de grupos terroristas internacionales y de Al-Qaeda en la región. También, producto del debilitamiento del Gobierno Federal de Transición de Somalia, afectando este precario entorno de seguridad, las incursiones militares de Kenia y de Etiopía en sus fronteras, en contra de estos grupos milicianos islamistas de extrema violencia.
Asimismo, se desarrollan actualmente otras participaciones multinacionales en procura de colaborar a la prevención del conflicto y la reconciliación del país, con variadas iniciativas gubernamentales y privadas, entre ellas, además de la Atalanta; la operación regional de paz de la Unión Africana (AMISOM); la misión política de asistencia de la ONU (UNSOM); la oficina de la ONU de apoyo a la AMISON (UNSOA); el grupo de contacto contra la piratería en Somalia (CGPCS);la oficina de la ONU contra la droga y el crimen marítimo (UNODC); la Iniciativa de precaución del conflicto (SHADE); y el centro de seguridad marítimo internacional (MSCHOA).
De esta forma, se demuestra que los acuerdos adoptados mayoritariamente entre los países adherentes al marco de seguridad colectiva que emana de la Carta de las Naciones Unidas, otorgan beneficios y ventajas.
Además, por cierto, también imponen tener que asumir compromisos políticos, económicos y militares a sus miembros, ante las amenazas a la paz internacional, debiendo colaborar de esta forma con sus aportaciones a las diferentes medidas de carácter pacíficas, diplomáticas, y en caso de ser necesarias coercitivas.
Estas medidas de fuerza, incluirán acciones militares, que implican el empleo de fuerza terrestre, naval o aérea, incluso interviniendo en los asuntos internos y afectando la soberanía nacional de otro Estado miembro del sistema internacional o contra grupos y movimientos. Esto implica que los países continuamente reciban múltiples peticiones, las que de acuerdo a sus intereses y políticas nacionales, analizan, evalúan y finalmente deciden autónomamente.
Lo anterior, siempre y cuando, el Consejo de Seguridad (CSONU) autorice o llame a la comunidad internacional y a sus miembros a sumarse a estas acciones bajo el Capítulo VI o VII de la Carta, sea bajo el mando y control directo del DPKO de la ONU, un determinado país, alianza o un organismo regional que coordine las acciones militares.
La justificación, en opinión personal, de la posible participación de contingentes o embarcaciones nacionales en la EUNAVFORCE, se debe encontrar en la coherencia y la continuidad de nuestras adhesiones históricas a los diversos compromisos internacionales de seguridad internacional bajo el marco de la ONU y de otros organismos regionales, como también, en mantener al país y nuestras fuerzas armadas como colaboradores activos y no simples espectadores, de las distintas iniciativas en favor solidario de la paz internacional.